domingo, 12 de abril de 2020

En mi aplauso mando yo

Parece que mucha gente, especialmente políticos y medios de comunicación, se siente con la licencia de atribuirse o atribuir a otros los aplausos que los ciudadanos confinados ofrecen regularmente cada día, sin caer en la cuenta de que muchas personas sólo buscan encontrarse en ese momento del aplauso, que es un gesto colectivo y masivo que nace de manera espontánea por diferentes motivos en el que la gente aplaude por razones diversas, cada una por la suya. En muchos casos se ha convertido en una conveniente y sencilla válvula de escape de la presión que, casi sin darnos cuenta, estamos soportando y acumulando, que desde luego tiene un carácter terapéutico y a veces de encuentro comunitario. Si eres de esas personas que aplauden, que nadie decida por ti cuál es tu motivación. Aplaudir no es resignación, ni pasividad, ni borreguismo, ni obediencia sumisa, aplaudir puede ser lo que tú quieras.


En estos momentos de máxima agitación mediática contrapuesta a una congelación de la acción social bastante importante, tenemos que reactivar otros medios que quizá teníamos más olvidados, como ocurre en este caso con este blog.

Estamos viviendo una situación excepcional general que no es comparable a cualquier otra anterior que recordemos. En ninguna situación anterior que pudiéramos considerar comparable se han establecido medidas políticas o socio-económicas excepcionales como las que se han tomado ahora, y con considerable rapidez, en esta ocasión se trata de la denominada pandemia del oficialmente nuevo coronavirus SARS-COV-2 y de la enfermedad COVID-19 que se cree que causa.

Hay mucha confusión mediática debido a un enorme torrente de información oficial de las autoridades sanitaria y científica, con diferentes puntos de vista y datos e información a veces contradictoria entre ellos, y de los medios de comunicación masivos, que mayormente lo que hacen es amplificar la información de los primeros; a la vez recibimos también una cantidad quizá aún mayor de información no oficial, entre las que podemos encontrar información de profesionales del ámbito de la salud y la ciencia -médicos, científicos, virólogos, epidemiólogos, etc.- no alineados con la información oficial; de otros profesionales de la salud -naturópatas, homeópatas, higienistas, etc.- que también ofrecen explicaciones y alternativas complementarias; de periodistas, freelance o profesionales de la información que discrepan en alguna medida de la información vertida por los grandes medios; además de otros observadores particulares o colectivos críticos a través de las redes sociales y otras herramientas colectivas.

Es difícil que alguien no se sienta completamente abrumado y sobrepasado por tal avalancha de información, o desinformación, que muchas veces consigue que desistamos de la tarea casi obligada de estar bien informada, condición absolutamente necesaria y puede que hasta vital para tomar una decisión adecuada, precisa y proporcional. Pero claro, contrastar cada información que nos llega sería prácticamente imposible ¿o no? Pues parece que esto es justo lo que nos demanda la situación actual, que es cierto que contrastar cualquier información ya era deseable antes de la existencia de esta crisis sanitaria, pero que ahora se hace más imperativo e inaplazable que nunca, así que tendremos que agudizar nuestro sentido común, nuestro sentido y pensamiento crítico, identificar patrones que simplifiquen la tarea, establecer filtros que reduzcan el volumen, etc.

Parece que las medidas decretadas de confinamiento nos tiene bastante ocupados, y no es para menos, pero desde el punto de vista oficial y su discurso tiene sentido y, siguiendo el propio símil usado por el presidente del gobierno de que los países del mundo son como miembros de un mismo cuerpo y que cuando un miembro sufre les duele a los otros, podríamos también entender este confinamiento colectivo y parón de actividad social y económica como lo que desde la perspectiva higienista sería recomendable para el organismo en caso de crisis: reposo, quietud y ayuno para recuperar la salud y los sentidos. Hay que entender que los estados de alarma decretados, así como los ayunos, no pueden ser prolongados y mucho menos indefinidos, tienen que ser necesariamente limitados a un periodo corto tiempo determinado, si no, se cometería el error de llegar a una situación contraria a la que deseamos: salir de la crisis sin morir en el intento.

Entrando en el fondo de uno de los asuntos más controvertidos que fundamentan esta crisis, y que no se pretende agotar con este post, tenemos que abordar la cuestión de cómo se ha determinado la existencia de este nuevo virus, en primer lugar, y cómo se está diagnosticando a la gente, en segundo lugar. De que atendamos bien estos dos temas centrales, dependerá que entendamos mejor qué está sucediendo realmente y qué podemos hacer al respecto con más certeza.

En primer lugar, en cuanto a la determinación de la existencia de un nuevo virus llamado SARS-COV-2, y teniendo conocimiento ya en la historia de cómo la medicina ha establecido en el pasado la existencia de nuevos virus patógenos y su asociación causal a pretendidas epidemias que resultaron fallidas, tenemos que destacar varias cuestiones que son casi paralelas a otras ya vividas anteriormente:
  1. A día de hoy, hay una cantidad grande de científicos de muchos lugares distintos del mundo que dicen haber aislado e identificado el nuevo virus, desde países como Turquía, Hungría, Colombia, Korea, a China, que fue el primer país en publicar lo que determinaron como "Un nuevo coronavirus de pacientes con neumonía en China, 2019" [1]. Pero cuando se accede a la publicación de cada uno de los estudios realizados y publicados de cualquier país, se puede observar que la técnica usada para el supuesto aislamiento e identificación del hipotético nuevo virus es la técnica PCR. Muchos ya hemos sido testigos en el pasado del mal uso de esta técnica, que no es un método que pueda usarse para proclamar la existencia de un virus, y en consecuencia, tampoco sirve como prueba de diagnóstico, ya que sólo identifica fragmentos de ARN que no se pueden asociar a la presencia de un virus de una manera inequívoca, sino que, por el contrario, pueden tener diversos orígenes, como bacterias, hongos o las propias células del paciente. También es sospechoso que haya tantos pretendidos aislamientos del virus de tantos laboratorios distintos. Tradicionalmente, bastaba con un estudio que hubiera concluido satisfactoriamente con la presentación del aislamiento de un virus, y tal vez una réplica de otro laboratorio de otro equipo de investigación para corroborarlo o señalar las inconsistencias observadas (peer review). El escenario actual parece indicar la desconfianza de unos equipos con otros ¿será que todos saben el mal uso que están haciendo de la PCR?
  2. Para diagnosticar de manera correcta a una persona y decirle que tiene una enfermedad concreta producida por un agente patógeno específico, tiene que haberse identificado previamente el agente y haber probado además su papel etiológico en la causa de la enfermedad. Pero, como hemos visto en el punto anterior, ese no es el caso, ni se ha identificado correctamente el hipotético agente, ni se ha podido probar que sea la causa de enfermedad alguna. Así que nos encontramos ante un estado de excepción global en el que se están usando test basados en la PCR para identificar ARN de origen no contrastado. Si hubiera al menos voluntad para probar que este ARN es de origen viral y que además es de un virus nuevo al que han llamado SARS-COV-2 y que además es la causa de la enfermedad COVID-19, solo habría que obtener una muestra de sangre de un paciente y aislar y purificar las partículas virales directamente de dicha muestra, obtener de ellas el ARN y compararlo con el ARN que se está usando en los test. Deberían ser idénticos. Pero hasta que eso no se haga, seguiremos en una incógnita. El hecho de que haya un número más elevado de ARN en las personas que padecieron el trastorno respiratorio en diciembre de 2019 en China, no prueba de manera alguna que tenga que ser de origen viral, o que un virus esté presente. Otra cuestión añadida es que como la PCR es una técnica de cuantificación, el resultado siempre será un número, no es un test cuyo resultado sea positivo o negativo, y eso nos deja en manos de qué punto de corte se haya determinado de manera arbitraria, lo que lo hace más inconsistente aún. Tampoco es útil el test de anticuerpos por el mismo motivo, no se pueden disociar los anticuerpos generados por la presencia de un virus patógeno concreto de los generados por otros motivos, ni tampoco se puede determinar la especificidad del anticuerpo, de manera que se pueda determinar sin duda alguna que sólo se produce por la presencia de un virus concreto y no por ninguna otra causa. No sirve que exista una correlación más o menos fuerte entre la presencia elevada de anticuerpos, o de ciertos anticuerpos, y la enfermedad para determinar que los anticuerpos sean de origen viral y que un virus sea la causa de la enfermedad. Se estarían presuponiendo tales hechos basándose sólo en la correlación, y correlación no es causalidad.
  3. En la ciencia de la medicina siempre se ha dicho "primero encuentra la causa y luego trátala", pero al no haber identificado correctamente la causa de esta enfermedad se está corriendo el riesgo de estar aplicando un tratamiento no adecuado, al menos en un número importante de personas. Si el test no identifica de una manera inequívoca el agente causante de la enfermedad, habrá muchos falsos positivos, personas que han reaccionado al test mostrando un número de ARN por encima del punto de corte, que, con los medios y la definición actual, ya no habrá manera de confirmar su origen. Como consecuencia de todo ello, se ha podido estar dando tratamiento con, antirretrovirales, dosis altas de corticoesteroides, uso de técnicas invasivas de oxigenación, etc. a personas que no lo necesitaban, con las consecuencias y riesgos que ello conlleva. En la mayoría de los casos, se dan esos tratamientos a personas que van a soportar peor cualquier tratamiento por razones de edad, patologías previas o inmunosupresión, así que no es extraño que el mayor número de muertos cumplan con estas características. Por el contrario, muchas personas que dicen estar infectadas -por confirmación con la PCR- por esta terrible enfermedad, la cursan sin síntomas (posible falso positivo) o con síntomas muy leves semejantes a una gripe (posible número elevado de ARN de otro origen distinto).
Muchos ya conocemos la terrible experiencia que es para las personas de a pie, que los científicos determinen la presencia, existencia, identificación y aislamiento de un virus por métodos indirectos, inexactos, algo que debería estar completamente prohibido, y cuyo uso ya desaconsejó la propia OMS el 20 de julio de 2011 [2] en relación a la tuberculosis, precisamente porque se habían percatado del desastroso resultado que supuso el diagnóstico de tuberculosis por medio de test de anticuerpos, con un resultado escandaloso de falsos positivos (e incluso falsos negativos) y mucha gente en tratamiento sin tener que estarlo (y otros que los necesitarían, sin tratamiento). Pues lo que no es aceptable para diagnosticar la tuberculosis no debería serlo tampoco para ninguna otra enfermedad.

Está claro que estamos ante una (otra) epidemia de testeo, de pruebas de diagnóstico, porque lo que se está expandiendo a la misma velocidad que los números de infectados en el mundo es la aplicación masiva e indiscriminada de test de diagnóstico. Todo esto no es una cuestión de un error menor ni accidental, se trata de una nueva era de la ciencia en la que se pueden determinar hechos científicos, como la existencia de un nuevo virus, su carácter patógeno y vinculación a nuevas patologías, sin mostrar pruebas que lo sostengan. Pero claro, ningún científico dirá nada porque, más conscientemente o menos, todos están en el ajo. Esta nueva era comenzó a nivel masivo con el VIH y el SIDA en los '80, más tarde con el SARS (2002-2004), la gripe aviar (2004-2006), la gripe A (2009-2010), el MERS (2012-2013) y ahora la COVID-19, todas determinadas y basadas en la misma técnica la PCR, cuyo inventor, premio Nobel de Química en 1993, Kary Mullis [3], ya alertó en su día el uso completamente equivocado que se estaba haciendo de su técnica. Además se hace descaradamente, ni siquiera lo ocultan, no encuentran ningún obstáculo, nada que les pare, y por el otro lado, muchos intereses de las multinacionales -sobre todo las farmacéuticas- le encuentran muchos beneficios a esta nueva era de producción de hechos científicos basados en suposiciones ¿o será que estos intereses de las farmacéuticas y sus recursos en forma de laboratorios, becas, subvenciones, financiación y patrocinio de investigaciones, son los que han empujado hacia este gran cambio de paradigma en la ciencia? desde luego les ha dado buen resultado, llevan décadas haciéndose de oro ¿Hasta cuándo?

En el documento científico de referencia de esta pandemia, en el que se dice haber identificado y aislado el nuevo virus, se dice textualmente "[las nuevas técnicas] parecen ser un instrumento de investigación valioso [...]", también que "[...] el cultivo celular [...] microscopio electrónico y [...] secuenciación de genoma del sobrenadante de cultivo [...] se utilizó con éxito para la visualización y detección de nuevos coronavirus humanos que posiblemente pueden eludir la identificación mediante enfoques tradicionales", y al final "Aunque nuestro estudio no cumple con los postulados de Koch [método tradicional], nuestros análisis proporcionan evidencia que implica el 2019-nCoV [luego SARS-COV-2] en el brote de Wuhan". (el resaltado es propio). Es decir, que tienen claro que están incumpliendo el protocolo tradicional que es más garantista, según dicen, por economía de recursos y tiempo, cuando todas sabemos que NO siempre más barato y más rápido significa que es mejor, y menos aún si nos referimos a la salud.

Nos encontramos tristemente ante una situación de desamparo, de orfandad, en la ciencia, porque lo que sin duda tendría una contestación contundente desde el pensamiento crítico en una situación análoga fuera de la ciencia, sólo obtiene el silencio dentro de la ciencia, a veces incluso la negación de la realidad, de la evidencia, por parte del pensamiento crítico o progresista al uso, incluso desde las posiciones más extremas, y del pensamiento conservador no espero nada, claro está. Como si en la ciencia no hubiera política, como si en la ciencia todo se determinara sólo por criterios objetivos, imparciales, neutros, desinteresados y ajenos al resto de los asuntos de la vida, cuando en realidad es un ámbito más de poder, que, paradójicamente, acaba convirtiéndose en el poder más absoluto y totalitario, precisamente porque no es percibido como poder, porque la ciencia es percibida como hechos objetivos. Que las posiciones de la izquierda actual hayan abandonado el campo de la ciencia y lo hayan entregado al conjunto del capitalismo neoliberal salvaje, que no haga política -sí, política- para frenar la escalada en la mercantilización de la salud, sólo deja más claro aún la urgencia de que la izquierda debe ser profundamente redefinida, reconstituida.

No sé cuánto más durará esta cuarentena, ni cómo la vamos a resistir o a aprovechar, pero que no nos tomen el pelo. Si nos dijeran que no saben lo que está ocurriendo y que están dando palos de ciego en un intento al menos para salvar algunas vidas, podríamos entenderlo mejor, al menos serían más honestos, pero que intenten vendernos que lo tienen controlado, que saben y pueden explicar lo que está ocurriendo y que ya saben cómo van a resolverlo, pues no es de recibo. Mil formas hay de aprovechar la cuarentena y seguir a lo nuestro, a lo que nos toca, a hacer limpeza, pero desde muy adentro, a recuperar o reconectar con lo perdido o abandonado, a recomponerse... Sí, parece que nos toca estar con nosotros mismos, eso para lo que no encontrábamos tiempo, o no queríamos encontrarlo.

Espero que, al igual que ocurrió en la pretendida pandemia de la gripe A, se ponga en marcha una reacción en cadena de la gente, desde abajo y horizontal, para desarticular este inmenso nuevo fracaso de la ciencia moderna -de hecho ya está en marcha-, y conseguir que no se de la respuesta que esperan de nosotros, y no me refiero a no seguir el confinamiento, sino que, como en aquella ocasión, no se vendan las vacunas, antivirales, test, etc. y muera de inanición esta absurda pandemia.

Cuando salgo al balcón a las ocho, me conecto con mis vecinos, establecemos una conexión, más allá de cualquier racionalización, y lo hacemos por un lado por el que no hay trabas, así lo percibo, así lo reconozco, es una sensación agradable y la memorizo, porque en un futuro próximo vamos a necesitar estar conectados y para ese día ya sabremos por qué lado hacerlo.

Volveremos con más!

Salud-os!


bibliografía:
[1]. https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2001017 
[2]. http://www9.who.int/mediacentre/news/releases/2011/tb_20110720/en/ 
[3]. https://es.wikipedia.org/wiki/Kary_Mullis
[4]. Flaws in the Coronavirus Pandemic Theory [by David Crowe]
[5]. Discovery of a novel coronavirus associated with the recent pneumonia outbreak in humans and its potential bat origin