martes, 26 de enero de 2021

La banalidad del mal – y las prácticas médicas modernas

(Por Henry Bauer – traducción: ARIS)

"La banalidad del mal" es una frase famosa que utilizó Hannah Arendt en su descripción del juicio de Adolf Eichmann. Ha habido mucha discusión sobre qué quería decir exactamente. Para mí, la idea es que el mal a menudo no es intencionado, que puede resultar de acciones perfectamente bien intencionadas.

La raíz de todo mal es la creencia errónea.

Si uno cree que lo más importante de un ser humano es el alma inmortal, y que el alma arderá en el infierno por la eternidad a menos que haya aceptado lo que la Santa Iglesia Católica Romana cree, entonces obviamente uno no debe dejar nada sin hacer en el esfuerzo por llevar esa alma a la creencia adecuada, incluso si eso equivale a torturar el cuerpo del alma inmortal, incluso hasta la muerte.

Si uno cree que su país fue derrotado y devastado por el sabotaje perpetrado por judíos, comunistas, homosexuales, gitanos y otros similares, entonces obviamente uno debe hacer lo que sea necesario para librar al país de esos perpetra(i)dores.

Y así

La tragedia humana es que adquirimos creencias de acuerdo con el entorno en el que nacemos y en el que nos criamos; y una vez que se ha adquirido la creencia, tiende a afianzarse cada vez más y a ser cada vez más difícil de modificar.

El problema para la sociedad es cuál es la mejor manera de garantizar que las acciones públicas colectivas se basen en creencias correctas y no en creencias equivocadas.

Hoy en día eso se entiende como que las acciones públicas deben basarse en la ciencia.

Desafortunadamente, la naturaleza de la actividad científica es amplia y profundamente mal comprendida [1], en particular su falibilidad, que resulta inevitablemente del hecho de que la ciencia la llevan a cabo seres humanos falibles.

Esa falibilidad está bien ilustrada por la historia de la medicina, en la que muchas prácticas pasadas ahora se reconocen como que fueron dañinas en lugar de útiles, por ejemplo, extraer sangre en cantidades considerables. Hoy en día, la excelente intención de basar las prácticas médicas en un conocimiento científico sólido, lamentablemente, ha fallado en varios sentidos, como consecuencia de creencias que resultan ser incorrectas. Una razón generalizada es que se considera que las asociaciones estadísticas indican causa y efecto, un error contra el que se advierte incluso en las introducciones más elementales al análisis estadístico.

Varias historias pertinentes se analizan en el magistral Prescribing by Numbers [2] (Recetar por números) de Jeremy Greene.

Una historia tiene que ver con la presión arterial. Las compañías de seguros de vida exigieron exámenes físicos. Sus datos acumulados revelaron que, en promedio, la mortalidad aumentaba con el aumento de la presión arterial. Ahora bien, la mortalidad aumenta con la edad; y también sucede que todos los estudios relevantes han demostrado que la presión arterial también aumenta naturalmente con la edad en personas por lo demás sanas. La asociación de presión arterial con mortalidad es un artefacto que ilustra el principio común en las estadísticas de que cuando dos cosas, A y B, están correlacionadas con un tercer factor, C, entonces A y B también mostrarán una correlación entre sí; aunque ninguna causa la otra [3].

La interpretación errónea de las estadísticas de seguros de vida ha dado lugar a que la práctica médica contemporánea se base en una creencia errónea, a saber, que es beneficioso llevar la presión arterial a un nivel que es normal solo para las personas de veintitantos años.

Este error se vuelve particularmente dañino ya que los medios utilizados para bajar la presión arterial casi invariablemente implican la administración de medicamentos, aunque se habla siempre de recomendar una dieta y ejercicio adecuados como primer recurso.

El hecho de que a las compañías farmacéuticas se les permita hacer publicidad directa a los consumidores (entre los países desarrollados, solo en los EE.UU. y Nueva Zelanda) significa que tales prácticas se dan tanto por sentadas hasta el punto de ser prácticamente incuestionables.

Otra creencia errónea es que los niveles altos de colesterol en sangre constituyen una enfermedad cardiovascular y un mayor riesgo de accidente cerebrovascular y ataque cardíaco. La creencia equivocada resultante es que reducir los niveles de colesterol mediante la administración de estatinas es beneficioso; a pesar de que las estatinas obstaculizan la producción de coenzima Q10 del cuerpo, que es un componente necesario de los mecanismos de producción de energía de todas las células. Por lo tanto, es inevitable que las estatinas provoquen debilidad muscular, que se describe oficialmente, pero de manera bastante errónea, como un efecto "secundario"; es un efecto directo.

Muchos libros y artículos bien documentados han desacreditado la teoría del colesterol (por ejemplo, Kendrick (2007) y Ravnskov (2000) en [4]), sin producir ningún cambio en la práctica estándar – aunque muchas personas ignoran o desafían la prescripción de estatinas de su médico.

Las prácticas médicas estadounidenses modernas no solo se basan en análisis estadísticos engañosos e incompetentes, sino que se basan fundamentalmente en la creencia errónea de que la medicina preventiva se puede practicar con éxito mediante la administración de medicamentos. Esto se vuelve cada vez más dañino cuando esos medicamentos continúan recetándose a medida que las personas envejecen y el peligro constantemente acumulado de los efectos "secundarios" de los medicamentos supera cualquier posible beneficio de "reducir el riesgo" de una u otra dolencia [5].

Los tratamientos basados en medicamentos están particularmente bien arraigados porque la industria farmacéutica es enormemente rentable, en gran parte debido a la prescripción derrochadora de medicamentos estimulada por la publicidad generalizada.

La mayor mejora inmediata en las prácticas de prescripción se produciría si la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y otras autoridades reguladoras exigieran protocolos estadísticamente competentes y honestos para los ensayos clínicos, incluyendo que los resultados no se evalúen como "significativo en p ≤ 0.05" sino en términos de NNT y NND: número de pacientes que deben ser tratados para obtener un resultado satisfactorio en comparación con el número de pacientes que deben ser tratados para observar una reacción adversa no deseada [6].

Eso evitaría mucho daño, por ejemplo, el que ahora ocasionan las vacunas contra el VPH, que son responsables del mayor número de eventos adversos notificados oficialmente, así como de muchas anécdotas horribles [7]; si bien no hay pruebas reales de que el VPH cause cáncer alguno, el VPH ha sido declarado culpable sólo porque unas pocas cepas (entre muchas docenas) a menudo se asocian estadísticamente con algunos cánceres.

Los médicos bien intencionados están haciendo daño debido a creencias erróneas, incluso cuando docenas de libros [4] han expuesto los malos actos y sus causas.

¿No es un mal persuadir a la gente de que ingiera cosas
 que hacen daño sin ningún bien compensatorio?

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[1]    Science Is Not What You Think: How It Has Changed, Why We Can’t Trust It, How It Can Be Fixed, McFarland, 2017
[2]    Jeremy Greene, Prescribing by Numbers, Johns Hopkins University Press, 2007
[3]    “Seeking Immortality? Challenging the drug-based medicalparadigm”, Journal of Scientific Exploration, 26 (2012) 867-80
[4]    What’s Wrong with Present-Day Medicine
[5]    “When is enough, enough? Stopping medicines in older people”, Best Practices Journal, #27 (April 2010) 6-9; Rushabh J. Dagli & Akanksha Sharma, “Polypharmacy: A global risk factor for elderly people”, Journal of International Oral Health,  6 (#6, 2014) i–ii
[6]    How (not) to measure the efficacy of drugs
[7]    Mary Holland, Kim Mack Rosenberg & Eileen Iorio,  The HPV Vaccine On Trial: Seeking Justice For A Generation Betrayed, Skyhorse, 2018
Documentary: Sacrificial Virgins


 

  • Enlace a la publicación original del autor:

https://scimedskeptic.wordpress.com/2021/01/22/the-banality-of-evil-and-modern-medical-practices/