viernes, 2 de diciembre de 2022

Día Internacional de la Lucha contra el SIDA

ARIS (Asociación por un Replanteamiento Integral de la Salud) y

FEMAD (Federación Malagueña de Asociaciones de Drogodependencia)

1 de Diciembre de 2022

    Después de lo vivido y aprendido en esta última crisis sanitaria llamada Pandemia de COVID-19, y de la estrecha relación existente entre ésta y aquella del SIDA en los '80, podríamos muy bien cambiar el nombre a Día Internacional de la Lucha por los Derechos Humanos, ya que con cada crisis sanitaria nos hemos visto provocados a desplegar una intensa actividad de resistencia contra las violaciones sistemáticas de nuestros Derechos más fundamentales.

    Muchos son los procedimientos judiciales -muchos aún abiertos- encaminados a dirimir las responsabilidades de miles de muertes innecesarias y prematuras en el estado español, y aunque ya han habido numerosas sentencias favorables a los derechos de las personas y contra los diferentes protocolos COVID, sabemos que el sistema judicial tampoco es una garantía absoluta de protección frente a los abusos de las medidas y normativas desarrolladas para restringir y suspender Derechos Fundamentales, en base a un supuesto bien mayor para proteger a la ciudadanía frente a un virus del que nadie, a día de hoy, ha presentado pruebas empíricas e inequívocas de su existencia. Además, frente a esta histeria colectiva inducida por los gobiernos, las agencias internacionales y amplificada por los medios de comunicación, la población ha sufrido, por parte de las autoridades sanitarias, un cambio contínuo de los tratamientos propuestos, ocasionando aún más fatalidades.

    Sin embargo, son ya 41 años desde el inicio la “epidemia del SIDA”, con hechos ocurridos mucho peores que en el COVID: decenas de miles de muertes prematuras innecesarias por los primeros tratamientos (AZT), millones de vidas truncadas por un diagnóstico sin validez clínica alguna, determinados grupos de población condenados a tomar de por vida tratamientos incompatibles con la salud y la vida, un estigma sólo comparable a la peste o la lepra que no permite hacer una vida normal, etc.; y aún ni siquiera se ha comenzado a depurar responsabilidades, y lo peor, que aún se sigan utilizando unos test inespecíficos y nada fiables, y que aún se siga dando medicamentos peligrosos a gente sana o con patologías tratables con medicinas convencionales y seguras.

    Por todo ello, los firmantes, exigimos con este comunicado que se dejen de usar los mal llamados “test del VIH” ya que están basados en anticuerpos inespecíficos, los test de “recuento de CD4” ya que la relevancia clínica es altamente cuestionable, los test de “carga viral” ya que no están diseñados para detectar ningún virus, y en definitiva, que se deje de estresar y aterrorizar a la ciudadanía, y de manipular y retorcer los hechos para que encajen en una teoría que no se sostiene y que va en contra de las evidencias científicas que han ido aumentado en estos 41 años.

    Si ni la ciencia, ni las agencias internacionales, ni las autoridades sanitarias, ni los gobiernos, dan un paso atrás y retiran los actuales protocolos lesivos y diabólicos en torno al VIH/SIDA, será la gente la que tendrá que obligarles a hacerlo, igual que lo están haciendo con los protocolos COVID.

   
Esta manera de hacer ciencia
, cuyos resultados están basados en conjeturas, suposiciones y deducciones, que construyen teorías sin ensayos de control, con ideas preconcebidas que pervierten el resultado, sin permitir una participación plural de los científicos que incorpore a otras corrientes de pensamiento diferentes a la dominante, es lo que se ha convertido en la verdadera plaga del siglo XXI.



martes, 26 de enero de 2021

La banalidad del mal – y las prácticas médicas modernas

(Por Henry Bauer – traducción: ARIS)

"La banalidad del mal" es una frase famosa que utilizó Hannah Arendt en su descripción del juicio de Adolf Eichmann. Ha habido mucha discusión sobre qué quería decir exactamente. Para mí, la idea es que el mal a menudo no es intencionado, que puede resultar de acciones perfectamente bien intencionadas.

La raíz de todo mal es la creencia errónea.

Si uno cree que lo más importante de un ser humano es el alma inmortal, y que el alma arderá en el infierno por la eternidad a menos que haya aceptado lo que la Santa Iglesia Católica Romana cree, entonces obviamente uno no debe dejar nada sin hacer en el esfuerzo por llevar esa alma a la creencia adecuada, incluso si eso equivale a torturar el cuerpo del alma inmortal, incluso hasta la muerte.

Si uno cree que su país fue derrotado y devastado por el sabotaje perpetrado por judíos, comunistas, homosexuales, gitanos y otros similares, entonces obviamente uno debe hacer lo que sea necesario para librar al país de esos perpetra(i)dores.

Y así

La tragedia humana es que adquirimos creencias de acuerdo con el entorno en el que nacemos y en el que nos criamos; y una vez que se ha adquirido la creencia, tiende a afianzarse cada vez más y a ser cada vez más difícil de modificar.

El problema para la sociedad es cuál es la mejor manera de garantizar que las acciones públicas colectivas se basen en creencias correctas y no en creencias equivocadas.

Hoy en día eso se entiende como que las acciones públicas deben basarse en la ciencia.

Desafortunadamente, la naturaleza de la actividad científica es amplia y profundamente mal comprendida [1], en particular su falibilidad, que resulta inevitablemente del hecho de que la ciencia la llevan a cabo seres humanos falibles.

Esa falibilidad está bien ilustrada por la historia de la medicina, en la que muchas prácticas pasadas ahora se reconocen como que fueron dañinas en lugar de útiles, por ejemplo, extraer sangre en cantidades considerables. Hoy en día, la excelente intención de basar las prácticas médicas en un conocimiento científico sólido, lamentablemente, ha fallado en varios sentidos, como consecuencia de creencias que resultan ser incorrectas. Una razón generalizada es que se considera que las asociaciones estadísticas indican causa y efecto, un error contra el que se advierte incluso en las introducciones más elementales al análisis estadístico.

Varias historias pertinentes se analizan en el magistral Prescribing by Numbers [2] (Recetar por números) de Jeremy Greene.

Una historia tiene que ver con la presión arterial. Las compañías de seguros de vida exigieron exámenes físicos. Sus datos acumulados revelaron que, en promedio, la mortalidad aumentaba con el aumento de la presión arterial. Ahora bien, la mortalidad aumenta con la edad; y también sucede que todos los estudios relevantes han demostrado que la presión arterial también aumenta naturalmente con la edad en personas por lo demás sanas. La asociación de presión arterial con mortalidad es un artefacto que ilustra el principio común en las estadísticas de que cuando dos cosas, A y B, están correlacionadas con un tercer factor, C, entonces A y B también mostrarán una correlación entre sí; aunque ninguna causa la otra [3].

La interpretación errónea de las estadísticas de seguros de vida ha dado lugar a que la práctica médica contemporánea se base en una creencia errónea, a saber, que es beneficioso llevar la presión arterial a un nivel que es normal solo para las personas de veintitantos años.

Este error se vuelve particularmente dañino ya que los medios utilizados para bajar la presión arterial casi invariablemente implican la administración de medicamentos, aunque se habla siempre de recomendar una dieta y ejercicio adecuados como primer recurso.

El hecho de que a las compañías farmacéuticas se les permita hacer publicidad directa a los consumidores (entre los países desarrollados, solo en los EE.UU. y Nueva Zelanda) significa que tales prácticas se dan tanto por sentadas hasta el punto de ser prácticamente incuestionables.

Otra creencia errónea es que los niveles altos de colesterol en sangre constituyen una enfermedad cardiovascular y un mayor riesgo de accidente cerebrovascular y ataque cardíaco. La creencia equivocada resultante es que reducir los niveles de colesterol mediante la administración de estatinas es beneficioso; a pesar de que las estatinas obstaculizan la producción de coenzima Q10 del cuerpo, que es un componente necesario de los mecanismos de producción de energía de todas las células. Por lo tanto, es inevitable que las estatinas provoquen debilidad muscular, que se describe oficialmente, pero de manera bastante errónea, como un efecto "secundario"; es un efecto directo.

Muchos libros y artículos bien documentados han desacreditado la teoría del colesterol (por ejemplo, Kendrick (2007) y Ravnskov (2000) en [4]), sin producir ningún cambio en la práctica estándar – aunque muchas personas ignoran o desafían la prescripción de estatinas de su médico.

Las prácticas médicas estadounidenses modernas no solo se basan en análisis estadísticos engañosos e incompetentes, sino que se basan fundamentalmente en la creencia errónea de que la medicina preventiva se puede practicar con éxito mediante la administración de medicamentos. Esto se vuelve cada vez más dañino cuando esos medicamentos continúan recetándose a medida que las personas envejecen y el peligro constantemente acumulado de los efectos "secundarios" de los medicamentos supera cualquier posible beneficio de "reducir el riesgo" de una u otra dolencia [5].

Los tratamientos basados en medicamentos están particularmente bien arraigados porque la industria farmacéutica es enormemente rentable, en gran parte debido a la prescripción derrochadora de medicamentos estimulada por la publicidad generalizada.

La mayor mejora inmediata en las prácticas de prescripción se produciría si la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y otras autoridades reguladoras exigieran protocolos estadísticamente competentes y honestos para los ensayos clínicos, incluyendo que los resultados no se evalúen como "significativo en p ≤ 0.05" sino en términos de NNT y NND: número de pacientes que deben ser tratados para obtener un resultado satisfactorio en comparación con el número de pacientes que deben ser tratados para observar una reacción adversa no deseada [6].

Eso evitaría mucho daño, por ejemplo, el que ahora ocasionan las vacunas contra el VPH, que son responsables del mayor número de eventos adversos notificados oficialmente, así como de muchas anécdotas horribles [7]; si bien no hay pruebas reales de que el VPH cause cáncer alguno, el VPH ha sido declarado culpable sólo porque unas pocas cepas (entre muchas docenas) a menudo se asocian estadísticamente con algunos cánceres.

Los médicos bien intencionados están haciendo daño debido a creencias erróneas, incluso cuando docenas de libros [4] han expuesto los malos actos y sus causas.

¿No es un mal persuadir a la gente de que ingiera cosas
 que hacen daño sin ningún bien compensatorio?

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[1]    Science Is Not What You Think: How It Has Changed, Why We Can’t Trust It, How It Can Be Fixed, McFarland, 2017
[2]    Jeremy Greene, Prescribing by Numbers, Johns Hopkins University Press, 2007
[3]    “Seeking Immortality? Challenging the drug-based medicalparadigm”, Journal of Scientific Exploration, 26 (2012) 867-80
[4]    What’s Wrong with Present-Day Medicine
[5]    “When is enough, enough? Stopping medicines in older people”, Best Practices Journal, #27 (April 2010) 6-9; Rushabh J. Dagli & Akanksha Sharma, “Polypharmacy: A global risk factor for elderly people”, Journal of International Oral Health,  6 (#6, 2014) i–ii
[6]    How (not) to measure the efficacy of drugs
[7]    Mary Holland, Kim Mack Rosenberg & Eileen Iorio,  The HPV Vaccine On Trial: Seeking Justice For A Generation Betrayed, Skyhorse, 2018
Documentary: Sacrificial Virgins


 

  • Enlace a la publicación original del autor:

https://scimedskeptic.wordpress.com/2021/01/22/the-banality-of-evil-and-modern-medical-practices/

miércoles, 2 de diciembre de 2020

BAILANDO ENTRE PANDEMIAS

Si ha habido un Día Internacional de la Lucha contra el SIDA verdaderamente especial, simbólico y trascendente, es el de este fatídico año 2020.

Este año hemos sido testigos de todo lo que hemos aprendido en estos casi 40 años de “epidemia” del SIDA. Una epidemia construida en base a una novedosa y controvertida forma de proclamar la existencia de un virus sin la necesidad de tener el propio virus, y unos test de diagnóstico que están diseñados para detectar la respuesta inmune de nuestros organismos y no el pretendido virus que supuestamente causa la infección cuando ésta ocurre. Una “epidemia” que contó con la necesaria colaboración y la complacencia acrítica de los medios de comunicación masiva y de los políticos. Una “epidemia” que siempre ha sido fuertemente abrazada con mucho interés por la industria médico-farmacéutica, por los millonarios dividendos que todavía hoy ofrece este nicho de mercado, con nuevos avances para seguir conquistando nuevos sectores, como el tratamiento profiláctico pre-exposición (PrEP), que no es otra cosa que un tratamiento con antirretrovirales -un tipo de medicación bastante tóxica incompatible a medio y largo plazo con la salud y con la vida- diseñado y orientado exclusivamente para personas sanas seronegativas que pertenezcan a los llamados grupos de riesgo, establecidos arbitrariamente en los ’80, que en la práctica se reduce casi en su totalidad al grupo denominado Hombres que hacen Sexo con Hombres (HSH).

Pero si hay algo que convierte al fenómeno del SIDA en simbólico y trascendente, es sin duda las posibilidades que ha abierto en la ciencia, en esa ciencia entregada a los intereses del capital, esa ciencia que es capaz de conseguir, por ejemplo, que se trate como infecciosa y contagiosa a personas asintomáticas sólo por haber obtenido cierto resultado en una prueba completamente inespecífica y nada fiable, con la consiguiente estigmatización social, mediática y administrativa, en vez de tratarlas como personas sanas inmunizadas, ya que han superado con éxito la supuesta infección.

Photo by Rafaela Biazi on Unsplash
Toda esta maquinaria que se puso en marcha en los ’80 para explicar y justificar el fenómeno del SIDA, se ha vuelto a poner en práctica este año de la manera más despiadada con la “pandemia” del COVID-19. Aunque han sido varias las epidemias declaradas en estas décadas atrás (VHB, BSE, SARS, Gripe A, MERS), y que todas han usado parte de esa maquinaria, sin duda la que tiene más similitud y paralelismos con el SIDA es la del COVID.

Así que a vueltas con una nueva “pandemia” producida, según la narrativa oficial, por un nuevo virus, el SARS-COV-2, que nadie ha conseguido aislar, ni secuenciar su estructura genética, ni micrografía electrónica. Que ha causado una situación sin precedentes en nuestra historia reciente, además exacerbada por la aplicación de políticas -impuestas o acordadas- que conllevan la restricción de Derechos Fundamentales, que se materializan en confinamientos rigurosos que afectan gravemente o destruyen la vida social, física, emocional y mental, y el medio de vida, de la gente; acceso limitado a la educación y a otras necesidades básicas que suponen un ataque directo a los derechos básicos y fundamentales y a las libertades individuales y colectivas; resultando en un daño colateral a toda la economía a escala global y el empobrecimiento y precarización de los pueblos y las gentes. Todo ello, como decíamos, basado en documentos científicos que no cumplen con los requisitos mínimos para que puedan considerarse una publicación científica aceptable.

Tan lamentable y nefasto es este nuevo fiasco de la ciencia, que ya cuenta con un amplio rechazo dentro y fuera de la comunidad científica que no para de crecer. Existe ya, en este sentido, acciones legales ante el Tribunal Supremo contra algunos de los métodos usados por la ciencia en esta nueva pandemia de COVID-19, y contra las medidas sociales impuestas por los gobiernos de países de nuestro entorno (Portugal, Alemania, Bélgica, etc.); acciones de grupos de científicos que piden al editor de la revista científica Eurosurveillance, donde se publicó uno de los primeros artículos científicos sobre el COVID y en el que se basan todos los artículos posteriores, que se retire dicho artículo por no cumplir con los estándares para publicaciones científicas y por considerarlo severamente defectuoso.

En el mismo sentido, el Grupo para la Reevaluación Científica de la Hipótesis del VIH/SIDA, compuesto inicialmente por once científicos, remitió una carta, el 6 de junio de 1991, a las revistas científicas más importantes y a la comunidad científica en general, pidiendo una revisión de los datos en los que se sustenta la hipótesis del VIH como causa del SIDA, ya que existían suficientes evidencias en contra esta hipótesis, y también pedían la conformación de un grupo independiente que llevara a cabo estudios epidemiológicos críticos. En 1993 ya la suscribían más de 350 científicos, y finalmente la carta se publicó en la revista Science el 17 de febrero de  1995.

Nunca accedieron a lo solicitado por este grupo, más bien al contrario, diseñaron estrategias de acoso y derribo, censura, ridiculización, ataques ad hominem, y más importante aún, le negaron la posibilidad de publicar en algunas revistas científicas a algunos de los que conformaban este grupo, y suprimieron financiación y becas de investigación, condenándoles al ostracismo.

No quiero ni pensar el recorrido que nos pueda quedar aún con esta nueva farsa del COVID, teniendo en cuenta que con el fenómeno del SIDA llevamos 39 años. Sin embargo, en esta ocasión los afectados son toda la población, no como en el caso del SIDA que los afectados eran grupos de población que ya sufrían algún tipo de discriminación y estigma social antes de la crisis y que ciertamente existió en los ’80 un problema sanitario grave que afectaba mayoritariamente a dos colectivos. Esto hace que seamos muchos más, y también hoy podemos tener más herramientas para llegar a más personas, a pesar de la censura mediática y la persecución y ridiculización ejercida por los medios de comunicación masiva, cuyo papel que han decidido jugar en este turbio asunto es el de colaboradores necesarios, tanto del ámbito científico y de la industria farmacéutica, para validar y consolidar la narrativa científica -un tanto naif-bélica, por cierto-, como de los políticos y gobiernos, que han decidido hacer dejación de funciones, elevando las recomendaciones de los expertos a incuestionables en la toma de decisiones.

Aun así, todavía hay espacio para el optimismo. Nos hemos visto abocados a aprender muchísimo estas décadas atrás, y lo hemos hecho. Algunos incluso podemos decir que hemos salido de otras peores, y además que hemos salido más fuertes y mejor preparados. Ya conseguimos desmontar la farsa de la Gripe A en 2010, desde abajo, con medios precarios. Hoy podemos hacerlo de nuevo.

Por la recuperación de nuestra soberanía de la salud!

MANIFIESTO 1 DE DICIEMBRE SIDA-COVID19

(Asociación para el Replanteamiento Integral de la Salud, Asociación Monarcas Perú-Argentina, Asociación Superando el Sida)

 

Los colectivos firmantes, expresión del número creciente de ciudadanos que comparten este sentir, expresan su rechazo a la actual política sanitaria mundial con respecto a las supuestas pandemias de VIH-SIDA y de COVID19 en base a los siguientes tipos de razones:

 

1- Razones de índole científica, que atañen a aspectos clave:

 

  A) En cuanto al VIH-SIDA: La inmunodeficiencia, sea congénita o adquirida, no es algo nuevo, sus causas se conocen desde décadas antes de la entrada en escena del VIH-SIDA. La primera causa indiscutible de inmunodeficiencia adquirida, la que más muertes causa por inmunodeficiencia en individuos de todas las edades actualmente en el mundo, sigue siendo la desnutrición, el hambre, siguiéndole en importancia medicamentos (fármacos de quimioterapia de cáncer, uso prolongado de cortisona y abuso de antibióticos) y drogas (heroína, cocaína, abuso de alcohol, poppers…).

No existen referencias en ningún sitio de trabajos científicos que, solos o en conjunto, demuestren el carácter infeccioso del sida, (Kary Mullis, Nobel de Química por la invención de la técnica PCR). La epidemiología del sida no se corresponde con la de una epidemia infecciosa (Gordon Stewart, epidemiólogo, Glasgow). Por otro lado, ya en los años 80 del pasado siglo, el Dr Peter Duesberg planteó, con docenas de argumentos, la incompatibilidad del SIDA con un problema de naturaleza infecciosa. A esto se van a sumar los exhaustivos trabajos de la biofísica australiana Eleni Papadopulos-Eleopulos que demuestran que el ente llamado VIH nunca ha sido aislado, única forma de demostrar su existencia. 

En consecuencia, los llamados tests de detección, independientemente del tipo que sean, nunca han sido validados, antes de su uso en la población, con el preceptivo patrón oro (presencia del virus en la sangre quienes resultan positivos en esos tests), por lo que carecen de validez alguna.

 B) Con respecto al COVID19: ¿Dónde están los estudios que confirmen el preceptivo aislamiento del SARS-COV-2? Así mismo, con respecto a los supuestos tests de detección, sean del tipo que sean (de anticuerpos, de antígeno, de carga viral con PCR…), ¿Dónde están los datos que confirman la presencia de dicho virus en la sangre de las personas positivas al test?

Añadir que, aún admitiendo que el SARS-COV-2 existiera y que el test detectara el contacto con ese virus (lo que es mucho suponer), los datos epidemiológicos, tanto los referentes a su incidencia en la población como a su prendida letalidad, no hacen pensar en algo más peligroso o letal que las gripes estacionales.

Tanto en el caso del VIH, como en el del COVID19, nos encontramos ante planteamientos que carecen de validez científica, por lo que todos los diagnósticos, pronósticos y tratamientos que en ellos se basan tampoco la tienen.

2- Razones de índole metodológica, referentes a cómo se impusieron a la población

Tanto en el caso del VIH-SIDA, como en el caso del COVID19, nos encontramos ante el hecho curioso de que no son los hechos, ni los hallazgos científicos, los que van por delante, sino las noticias en los medios. El anuncio del descubrimiento del supuesto virus causante del SIDA, en rueda de prensa en Washington el 23 de abril de 1984, se realizó sin publicaciones previas en los medios científicos. Con respecto al COVID19 es un hecho evidente que, de no ser por la alarma y las noticias en los medios, nadie habría notado en la vida diaria nada distinto de una gripe estacional. 

Tanto la Hipótesis VIH-SIDA como el punto de vista oficial con respecto al COVID-19 se gestaron a espaldas de la comunidad científica, se impusieron mediante un claro abuso de autoridad y se han mantenido hasta ahora por medios que no tienen nada que ver con la ciencia, como son la censura,  las coacciones u otras formas de intimidación.

En realidad, los métodos coercitivos y la censura (que evidencian la imposibilidad de defenderse con argumentos), son las únicas razones que explican por qué planteamientos absurdos,  sin la menor base científica, se mantienen vigentes. 

3- Razones de utilidad pública-salud pública:

Tanto en el caso del VIH-SIDA, como en el caso del COVID19, nos encontramos con una total ausencia de beneficios desde el punto de vista sanitario, es más, todos los indicios apuntan a que los daños a la salud y a la vida de las personas, debidos al irracional modo de llevar a la práctica estos puntos de vista, son incalculables, terror y angustia injustificados, tratamientos inútiles y tóxicos, a lo que se añade la desatención de las personas con problemas reales de salud.

Estamos ante teorías sin base científica, impuestas mediante métodos ilícitos y ajenos a la ciencia, que a su inutilidad desde el punto de vista de la salud añaden los perjuicios muy graves a la salud y la vida de millones de personas.

4- Razones ético-legales:

Tanto la visión del VIH-SIDA, como la visión del COVID19, suponen dar por válida la violación de la ética y normas más elementales que deben regir la actuación de investigadores, autoridades sanitarias y políticas, profesionales de la información, de la salud, compañías farmacéuticas, etc. Suponen también una flagrante violación de numerosos tratados y convenciones internacionales, como el Tratado de Helsinki, la Declaración Universal sobre Bioética de la Unesco, la Carta internacional de los Derechos Humanos, el Código de Nuremberg, la Declaración de Ginebra, así como las legislaciones de los diferentes países sobre consentimiento informado y derechos del paciente…

5- Razones de índole económica.

El VIH-SIDA supone gastos millonarios para muchos estados, todo ello para sufragar tratamientos inútiles y perjudiciales, gastos nada comparables al enorme desastre económico, provocado por las medidas adoptadas por los distintos gobiernos contra el COVID19, que están provocando la bancarrota de muchos países y abocando a la pobreza a millones de personas, que no podrán hacer frente a sus necesidades básicas, con el sufrimiento y muerte que ello implica. 

 

Por todo ello animamos a los ciudadanos:

 

1) A que no se conformen con la información que los medios difunden, en tanto que sólo se difunde exclusivamente un punto de vista, censurando otros (típico de la propaganda) y que procedan a informarse consultando otras fuentes pues, a pesar de la censura sin precedentes que se ha instaurado, existen numerosas páginas donde poder hacerlo.

 

2) A que no colaboren con las medidas y disposiciones establecidas en relación con estas falsas pandemias, ya que como sostenía D. Henry Thoreau, inspirador de Gandhi y de Martin Luther King, ante las leyes inicuas, inmorales e injustas sólo cabe una postura: la desobediencia.

 

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Asociación Monarcas Perú (Movimiento Nacional para el Replanteamiento Científico del SIDA y la  Salud (https://www.facebook.com/monarcasglobal/)

                                              

Asociación para el Replanteamiento Integral de la Salud (ARIS) (https://replanteamientodelasalud.blogspot.com/)

 

Asociación Superando el Sida, (red social de orientación y apoyo mutuo de “seropositivos”) (http://superandoelsida.ning.com/)