DEMOLEDOR, DURÍSIMO Y ESCLARECEDOR EDITORIAL SOBRE EL SISTEMA SANITARIO
Que el Director de Discovery DSALUD,
José Antonio Campoy, lleva años sin cortarse un pelo a la hora de
denunciar la actual corrupción del sistema sanitario, es bien sabido
por todos quienes le siguen -cerca de 100.000 personas cada mes solo a
través de la web www.dsalud.com (datos oficiales de Urchin Software Corporation)-
pero ciertamente en el editorial de la revista correspondiente a
Febrero que acaba de salir a la calle, se ha superado. Aí que dado su
interés y con permiso de la empresa editora, esta vez nos hacemos eco
del mismo reproduciéndolo entero en la seguridad de que muchos
internautas querrán difundirlo entre sus
contactos. Este es el texto que transcribimos tal cual:
Los desvaríos del Ministerio de Sanidad
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En el ámbito de la salud es igual quién gobierne en España: al frente del Ministerio de Sanidad
siempre se designa a alguien que termina estando al servicio de los
grupos de poder, muy especialmente el de las multinacionales
farmacéuticas. Así que la posibilidad de que la sociedad acceda algún
día a médicos y servicios de salud realmente eficaces y curativos en
lugar de paliativos y iatrogénicos es nula. ¿Que ello lleva a la
desesperación a millones de personas, ignorantes de que se les está
engañando? No importa. ¿Que ello lleva a la muerte solo en nuestros hospitales públicos a más de 400.000 personas cada año mientras son tratadas de esa manera, (morbilidad hospitalaria española según el Instituto Nacional de Estadística)?
No importa.
¿Que los
médicos empiezan a ver desesperados cómo cada año la industria se
inventa nuevas enfermedades para así poder vender fármacos específicos para ellas “una auténtica burla en realidad- y en estos momentos es ya tal la cantidad de patologías existentes“ miles-
que ni los propios galenos conocen sus nombres y los síntomas que se
supone les caracteriza siendo por ello incapaces de identificarlas y,
por tanto, de afrontar el problema de sus enfermos? No importa.
¿Que la
industria ha decidido, dada la imposibilidad de curar con sus fármacos
una sola de sus inventadas enfermedades, hacer negocio alegando que sí
puede prevenirlas comercializando para ellas todo tipo de vacunas que
dar a las personas sanas? No importa. ¿Que esas vacunas no previenen nada porque jamás una sola vacuna ha demostrado prevenir una sola enfermedad? No importa.
Y retamos
públicamente a los colegios médicos, a los laboratorios y al
Ministerio de Sanidad a que nos entreguen la documentación científica
que prueba que al menos una sí lo logra. Que nos demuestren que hay una sola vacuna
que previene alguna enfermedad. La que sea. Es más, les retamos a que
nos demuestren que el VIH existe y es la causa del SIDA. Y que los
tratamientos oncológicos oficialmente aprobados y de obligado uso en
los centros públicos previenen o curan el cáncer. O que una sola de
las drogas usadas por los psiquiatras previene o cura alguna de las
inventadas enfermedades psiquiátricas. O que conocen siquiera un solo
fármaco que prevenga o cure alguna de las llamadas enfermedades
crónicas y degenerativas. Y nos da igual si es un fármaco para el
Parkinson, el Alzheimer, la Ataxia Cerebelosa, la Esclerosis Múltiple,
la
Fibromialgia, la Fatiga Crónica, la Psoriasis, el Lupus Eritematoso,
la Sensibilidad Química Múltiple o cualquier otra de las miles de
enfermedades hoy catalogadas. Es más, que nos demuestren que hay un
solo fármaco realmente eficaz que prevenga o cure cualquiera de las enfermedades
más simples: el resfriado, la gripe común, el acné, una rinitis. No podrán porque no existen tales fármacos. Nada de lo que hemos
comentado pueden demostrarlo científicamente. En cambio, sí está
científicamente constatada la enorme peligrosidad de casi todos ellos: incluidas las vacunas con las que irresponsablemente se inocula a los bebés y los niños.
Luego, ¿qué está pasando? ¿Cómo es posible que los médicos sigan haciendo el juego a la mafia
que dirige un sistema sanitario tan podrido como el implantado por
quienes controlan el negocio mediante testaferros en la OMS, las
agencias internacionales de presunto control de fármacos, los
ministerios de Sanidad, los colegios médicos y las facultades de
Medicina? Y, sobre todo, ¿cómo es posible que se mienta una y
otra vez públicamente sin que a nadie le pase nada? ¿Cómo es posible
que se haga el juego a empresas que en las últimas décadas han sido
llevadas a los tribunales en innumerables ocasiones por graves delitos
con resultado de millones de víctimas -entre ellas decenas de miles de
muertes- cuyos dirigentes no están en la cárcel porque el podrido
sistema político-judicial occidental les permite comprar con dinero su
impunidad?
Que el
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad diera a conocer el
pasado mes de diciembre un informe diciendo, por ejemplo, que sólo unas pocas
de las «llamadas terapias naturales han demostrado su eficacia en
situaciones clínicas concretas mediante la aplicación de métodos
científicos» es una burla. Porque ni uno solo de los fármacos que el
ministerio ha aprobado, ha demostrado científicamente prevenir o curar
una sola patología. Es más, ¿cómo permite el ministerio,
por ejemplo, que haya médicos que digan que los productos
homeopáticos no sirven para nada cuando tienen hoy la consideración de
fármacos y su venta está restringida a las farmacias? Si no sirven
para nada, su venta es una estafa y debería procesarse de inmediato a
quienes los fabrican, los comercializan y los distribuyen pero, sobre
todo, a los médicos que los recetan, a los farmacéuticos que los
venden y a los responsables sanitarios que los han aprobado. ¡Todos a los tribunales!
Y si no procede ¡que se lleve a los tribunales a quienes se burlan
de ellos por intentar engañar gravemente a la población! La verdad es
que vivimos una situación esperpéntica. El Ministerio de Sanidad debería replantearse en serio la eficacia de los tratamientos y productos que financia el estado. ¡Ya está bien de despilfarrar miles de millones de euros en productos iatrogénicos que ni previenen ni curan nada!
Es hora de que alguien ordene que se revise lo aprobado hasta hoy. Es
indignante que se exija un comportamiento ético a todo el mundo y se
obvie a los agentes involucrados en el negocio de la enfermedad. Hay que regenerar urgentemente el putrefacto sistema sanitario a
nivel mundial pero para eso debemos empezar haciéndolo nosotros en nuestra propia casa. Es cada vez más urgente.
José Antonio Campoy. Director.
enlace: Discovery D-Salud
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