8 de enero de 2012
por Carlos del Frade
(* Periodista. Agencia de Noticias Pelota de Trapo/Argentina)
La multinacional Glaxo
Smith Kline fue multada por la Administración Nacional de Medicamentos
Alimentos y Tecnología con la cifra de tres de millones de pesos por
experimentar con miles de pibes empobrecidos de Santiago del Estero,
Mendoza y San Juan.
Catorce chicos murieron. En
el último balance presentado por la empresa (2010) se lee que facturó
746 millones de pesos, a razón de más de dos millones diarios y 1.439
pesos por minuto.
Es decir que en un día y medio de facturación la empresa paga la vida de catorce pibes, la complicidad de muchos médicos que colaboraron en el reclutamiento de los mismos y los abogados cordobeses que querellaron a profesionales de la salud que denunciaron esta manipulación de las hijas y los hijos del pueblo estragado de las provincias argentinas.
La empresa Swift, por su
parte, anunció el cierre de su planta en Venado Tuerto, en la punta sur
de la bota santafesina, de tal manera la palabra futuro dejó de tener
sentido para 517 trabajadores y amenaza con despedir alrededor de 2.500
en toda la geografía del segundo estado de la Argentina. La ahora firma
brasileña argumenta crisis. Es mentira.
Durante el año del bicentenario facturó por 1.238 millones de pesos, ubicándose en el puesto 165 entre las mil empresas que más vendieron en la Argentina. A razón de 2.561 pesos por minuto. Toda una señal de las grandes patronales.
El asesinato de cinco pibes
menores de veinticinco años en Rosario, entre las últimas horas de 2011
y las primeras de 2012, remarcan la necesidad de darle un sentido
colectivo a la vida de las pibas y pibes santafesinos. Un informe
oficial del Instituto Provincial de Estadísticas y Censos de principios
del año pasado daba cuenta que el 80 por ciento de las chicas y chicos
de los barrios humildes del Gran Santa Fe y Gran Rosario no terminan la
escuela secundaria.
¿Quién cuida de esas vidas?. ¿Quiénes acercan algún sentido existencial, entonces?.
De allí que cuando aparece la frase que se mata sin sentido es, en definitiva, la consecuencia de vivir sin sentido. Una responsabilidad concreta de parte de los gobiernos, las organizaciones políticas y las sociales.
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